Mensaje del XV CAPÍTULO GENERAL a toda la orden de La Merced
MENSAJE DEL XV CAPÍTULO GENERAL
A TODA LA ORDEN DE LA MERCED
ORDEN DE LA B. V. MARÍA DE LA MERCED
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“Alegremente dispuestos a dar la vida”
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Este Capítulo General, decimoquinto desde la restauración de la Orden, ofrece la singular importancia de haber aprobado la renovación y actualización de nuestras Constituciones y Normas Generales. Esta normativa se propone recoger, actualizar y continuar lo prescrito en el prólogo de las primeras Constituciones de la Orden: “Todas estas cosas ha ordenado Jesucristo que se cumplan en esta Orden, a fin de mantener y hacer prosperar obra de tan gran misericordia como es visitar y redimir cautivos cristianos…”.
MENSAJE DEL XV CAPÍTULO GENERAL
“Alegremente dispuestos a dar la vida”
A los religiosos de la Orden de la Merced y a la Familia Mercedaria:
1. Reunidos en Capítulo General de la Orden de la Merced treinta y seis religiosos llegados de todas las provincias, vicarías y delegaciones presentes en cuatro continentes, les enviamos este mensaje que desea expresar y transmitir nuestros sentimientos e inquietudes sobre los retos y desafíos del futuro. Suplicamos a Dios uno y trino, a María de la Merced y a san Pedro Nolasco que el mensaje llegue al fondo del corazón de cada uno, toque su libertad y reavive su compromiso redentor.
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2. En los días capitulares, nuestro pensamiento se centra con el lema: “Alegremente dispuestos a dar la vida” y nos animamos a vivir “apasionados y en camino hacia el octavo centenario de la Merced: 1218-2018”.
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3. Estamos reunidos cerca de la Sede Apostólica, lo que refuerza nuestra fidelidad al sucesor de Pedro, en este año 2010, 775 aniversario de aquel día en que san Pedro Nolasco tuvo en sus manos la bula “Devotionis vestrae”, en la que la Iglesia, por medio del Papa Gregorio IX, testificó la acción del Espíritu Santo en la fundación de la Orden de la Merced. La confirmación de la Orden fue un Pentecostés mercedario que no ha dejado de crecer y propagarse con una fuerza carismática que ha llegado hasta nosotros y nos hace profundamente responsables de acogerla en sus impulsos actuales, aplicarla con creatividad a las nuevas formas de cautividad y transmitirla a todos los mercedarios del presente y del futuro.
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4. Este Capítulo General, decimoquinto desde la restauración de la Orden, ofrece la singular importancia de haber aprobado la renovación y actualización de nuestras Constituciones y Normas Generales. Esta normativa se propone recoger, actualizar y continuar lo prescrito en el prólogo de las primeras Constituciones de la Orden: “Todas estas cosas ha ordenado Jesucristo que se cumplan en esta Orden, a fin de mantener y hacer prosperar obra de tan gran misericordia como es visitar y redimir cautivos cristianos…”. En todo momento hemos procurado tener presente el espíritu de aquellas primeras indicaciones en las que sin duda late la inspiración de nuestro padre san Pedro Nolasco.
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5. Animamos a todos los religiosos para que se despierte en ellos la alegría de ser mercedarios y, a ejemplo de san Pedro Nolasco, bajo la guía de María de la Merced, sean buenos samaritanos que sepan ir al encuentro de las nuevas situaciones de opresión y para que busquen y encuentren nuevas formas de conducir a los cautivos a la posada, que es la iglesia, pagando un precio, que puede llegar a ser la propia vida. Creemos que ésta es la mayor aportación de la Orden de la Merced a la Iglesia: “estar siempre alegremente dispuestos a dar la vida, si es menester”.
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6. Este mensaje lo dirigimos también a los laicos que conforman las fraternidades laicales mercedarias en las diferentes comunidades en las que están presentes. Les animamos a seguir colaborando con el espíritu de servicio que caracterizó a nuestro padre san Pedro Nolasco y sus compañeros laicos.
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7. En la regla de San Agustín leemos: “que tengan un solo corazón y una sola alma”. Mientras nos hemos esforzado por vivir la unidad en la Merced, la propia fecundidad del carisma redentor ha suscitado en la Iglesia una abundancia de formas de vida que ha originado nuevas congregaciones mercedarias, impulsadas por el espíritu redentor, actualizando y aplicando en todos los continentes el carisma de san Pedro Nolasco y el de sus propios fundadores y fundadoras: es una riqueza que nos sentimos deseosos de seguir ofreciendo a la Iglesia.
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8. Nos acercamos con ánimo y esperanza a la fecha significativa de los 800 años de la fundación de la Orden. La promesa de Jesús a la Iglesia: “estaré con ustedes hasta el fin de los siglos”(Mt 28, 20), nos parece que se cumple en la larga y fecunda vida de la Orden de la Merced. Como buenos hijos de María de la Merced nos proponemos celebrar con inmenso gozo este acontecimiento, que indica la fortaleza de nuestro carisma redentor, su necesidad para la Iglesia, y la protección constante de la Virgen, que no desampara ni a redentores ni a redimidos.
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I. REFERENCIA HISTÓRICA Y ACTUAL DEL CARISMA
9. El carisma mercedario, arraigado en la virtud teologal de la caridad, es de actualidad permanente y también significa oferta de libertad en situaciones extremas, sufridas por los más pobres y necesitados o por quienes son víctimas de situaciones violentas: guerras, terrorismo, opresión, encarcelamiento, exilio y marginación.
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10. Desde san Pedro Nolasco y su actividad originaria hasta la actualidad, dicho espíritu ha sido el gran impulsor de nuestro ser y obrar. La redención de cautivos durante más de cinco largos siglos -con su cuarto voto de entregar la vida si fuere necesario, cuando peligraba la fe del cautivo- significó en la Iglesia una realidad sublime que causó asombro y admiración. Esta eximia caridad fue el corazón ardiente de la Merced.
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11. Muchos mercedarios del pasado se quedaron en rehenes, como cautivos, para redimir a quienes no podían hacerlo, al agotarse el siempre limitado caudal que llevaban consigo los redentores. Ellos, al hacerse cautivos, ofrecían la liberación a quienes tendrían que seguir sin libertad. Aunque bastantes sufrieron martirio, la Orden, más que pensar en canonizarlos, consagró su dinero a seguir redimiendo personas en cautividad: jóvenes, mujeres, adultos, frailes y militares, o de cualquier otro rango y condición. El pintor Francisco de Zurbarán dejó en varios lienzos mártires mercedarios no elevados a los altares. Es bien sabido que los primeros mercedarios canonizados fueron el fundador San Pedro Nolasco y San Ramón Nonato, en noviembre de 1628, por el Papa Urbano VIII. Dirá Fray Gabriel Téllez que, cual perlas preciosas, permanecieron ocultos en el silencio de los siglos, para que el brillo de su santidad fuese más deslumbrante.
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12. Debemos subrayar que se logró erradicar a los cautivos del norte de África en el siglo XVIII. Desde entonces otras nuevas situaciones de cautividad han ido surgiendo. La Merced las ha tenido en cuenta, según la medida de sus posibilidades. Actualmente, al remodelar nuestras Constituciones y Normas Generales, el Capítulo General ha reflexionado hondamente para actualizar nuestra realidad carismática en todos aquellos lugares donde la Orden está establecida, desde la claridad en el compromiso liberador.
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13. Y la historia sigue, con sus altibajos y su cimera realidad, ofreciendo a la Orden mercedaria varias ocasiones para la realización de su carisma. Reconocemos el don supremo del Espíritu que nos ha ofrecido la posibilidad de actuar en la historia a lo largo de los siglos. De nosotros depende seguir manteniéndolo con renaciente entusiasmo y vivirlo con humildad. A partir de este Capítulo General, en el que nos esforzamos por actualizar el espíritu del carisma en la múltiple presencia mercedaria de nuestras actividades de pastoral, no deberíamos sentir complejos, ni pretender ir hacia un historicismo literal de la liberación en las “nuevas formas de cautividad”.
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14. Es cierto, no debemos tampoco olvidarlo, que no todo vale. Debemos ir buscando aquellas obras que ofrezcan más libertad, que se acerquen a la redención de quien sufre opresión y a quien se le quebrantan sus derechos humanos fundamentales. Por lo demás, pensemos que antaño no se redimía, en ciertos tiempos, con demasiada frecuencia; y, desde luego, era el general de la Orden y el procurador de la redención, quienes decidían cuándo y cómo, y en qué zonas del norte de África se llevaba a cabo la esperada redención. Todos, sin embargo, vivían con entusiasmo la obra redentora, y se sentían representados por los redentores elegidos.
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15. El carisma mercedario nos identificó, pues, desde los inicios de la Orden, a lo largo de nuestra historia secular, y nos sigue identificando hoy día. Por eso, aunque cambien las situaciones, seguimos actuando según el mismo espíritu, actualizado en las recientes constituciones y normas. La referencia histórica de nuestro carisma nos garantiza que estamos en el buen camino. Es, insistimos, el espíritu el que nunca debemos perder de vista; las acciones son cambiantes, y deben de adaptarse a las situaciones reales que estamos viviendo, y a las posibilidades de actuar conforme a nuestro ser y quehacer mercedario.
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16. La Merced debe ser un lugar para todos; debe estar allí donde la cautividad nos reclame. Donde esté en peligro la fe de los hijos de Dios debería presentarse un mercedario para que abra espacios de libertad a favor del crecimiento y desarrollo de las personas oprimidas. Nuestro carisma es una luz, un impulso, un espíritu que nos ayuda a detectar dónde hay cautividad en los siguientes espacios: educación, refugiados, pastoral penitenciaria, niños de la calle, parroquias. Es la mejor forma de promover todo aquello que contribuya a alcanzar plenamente la libertad de los hijos de Dios.
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17. La pluralidad de obras surge de la vitalidad del propio carisma, al ver la multitud de formas en donde la libertad es conculcada. Lejos de constituir un problema, esa variedad de colores enriquece la Iglesia y el mundo. El mercedario debe aprender a ver, a observar, a reflexionar sobre el carisma y sus aplicaciones; debe abrirse camino al andar. Es bueno que sigamos preguntándonos, reflexionando, tratando de dar continuidad al carisma común que hemos recibido. En alguna ocasión veremos que determinada cautividad ha llegado a desaparecer: eso será un motivo de alegría que, lejos de detenernos en la labor, nos impulsará a dirigirnos hacia otros espacios donde los hijos de Dios estén carentes de libertad.
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18. Parece que nos sentiríamos más felices si hiciéramos más estricta y amplia labor redentora. Por ejemplo: por los medios de comunicación llegamos a conocer que hay cristianos que sufren dificultades y persecución; allí quisiéramos estar. Es deseable que cada provincia de la Orden intente concretar el carisma en una obra específica que juzgue ser carismática y comprometer en ella comunidades, religiosos y recursos. Por eso será bueno establecer prioridades para ir allá donde la iglesia nos requiera, porque en ellas nos identificamos como mercedarios.
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19. Éste es el lugar oportuno para citar el número de las constituciones que designan la figura del Maestro General como signo de unidad y garante del carisma mercedario: “El Maestro General, guía y animador de toda la Orden, que coordina la vida y actividades de las provincias, es signo de unidad y garantía de la continuidad de la obra redentora de san Pedro Nolasco a través de los siglos” (COM 296). Digamos, finalmente, que nuestra Madre de la Merced, “redentora de cautivos”, cuidará amorosamente el cultivo de este carisma que ofrece libertad.
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II. IMPORTANCIA DE ESTE CAPÍTULO GENERAL. RENOVACIÓN Y
ACTUALIZACIÓN EN DOS CUERPOS: CONSTITUCIONES Y NORMAS GENERALES
20. La asamblea capitular, iluminada y animada por la palabra de Jesús - “no he venido a abolir la ley sino a darle plenitud” (Mt 5,17)-, asumió la necesidad de remodelar las Constituciones; consideró que los textos no tenían que elaborarse completamente en su conjunto. El trabajo fue la expresión más importante de la aportación y armonía lograda. La Orden, a través de la historia, ha dejado plasmada en forma normativa las condiciones para vivir el carisma de san Pedro Nolasco. Nuestra experiencia de trabajo compartido ha sido como un nuevo pentecostés.
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21. En la interpretación que hace Jesús de la Ley Mosaica -“El sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27)-, entendimos que la persona es más importante que la misma ley; y que toda interpretación legal debe estar en función de su espíritu. Esto no se opone a que sigamos necesitando el apoyo sólido de las leyes. Estos principios y normas rememoran, constantemente, el sentido de nuestro carisma y nuestra espiritualidad; y en ellos encontramos los valores del bien común y la fraternidad que nos han orientado y proporcionado fuerzas revitalizadoras. Los cambios de estos textos se han hecho guiándonos con estos valores.
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22. Somos conscientes que es nuestro compromiso y responsabilidad promover el bien común y fortalecer la fraternidad, con espíritu generoso de apertura. La fraternidad implica superar esquemas, que no son fáciles dejar atrás porque nos hacen pensar que nos dan seguridad, y sin embargo no nos permiten crecer y ser fecundos. Entendemos y, con humildad aceptamos, que este crecimiento es fruto, sobre todo, de la gracia de Dios.
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23. Hemos trabajado con gran ilusión; sobre todo, apasionados en la actualización de nuestras Constituciones y Normas Generales. Ha sido un trabajo difícil, pero posible. Nos asiste la esperanza de que esta actualización abra un proceso de renovación constante que nos permita responder con agilidad a los nuevos desafíos.
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24. Las realidades contemporáneas nos exigen conversión y entusiasmo para poder hacer frente a los retos que se nos presentan. Por fidelidad al sentido eclesial hemos decidido separar las constituciones en dos cuerpos: principios y normas generales.
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25. La finalidad de esta revisión ha sido dar consistencia y flexibilidad a nuestro espíritu y consagración, imitando así la actitud de san Pedro Nolasco que fue un hombre abierto y sensible a la acción del Espíritu Santo. De esta forma asumimos la tarea realizada por la asamblea capitular, representativa de toda la Orden; y con auténtico espíritu de comunión y de servicio. Queremos seguir siendo signo de liberación, en el hoy de nuestra historia, ante tantas realidades de cautividad que nos exigen dar vida para que otros tengan vida.
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III. IDENTIDAD MERCEDARIA Y CONTEXTO ECLESIAL
26. La identidad mercedaria nos remite al gesto más original de nuestro pasado, expresado en la persona de nuestro fundador, quien por inspiración divina y, situado dentro de un contexto histórico concreto, supo discernir los signos de la voluntad de Dios y poner libremente su vida al servicio de la redención de los cautivos: “Por su entrega en favor de los cautivos y su vida de servicio a la Orden que ha fundado, san Pedro Nolasco es para nosotros el signo más cercano del amor redentor de Jesús y el realizador más perfecto de la obra liberadora de María. Por eso procuramos imitar su vida, continuamos su acción dentro de la Iglesia y le veneramos como Padre” (COM 8).
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27. En el contexto histórico están implicadas las condiciones que posibilitan una experiencia encarnada de fe. Incluso podemos aseverar que dicho contexto es la realidad misma en la cual se encuentra el ser humano, creado por Dios para vivir la libertad de hijo-hermano, en la mediación humana de la misma Palabra Encarnada. Esta palabra es la persona de Jesucristo, que vino a enseñar a la humanidad a reencontrar el camino de filiación fraternal.
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28. La orientación de la Iglesia sobre la identidad de la vida religiosa consagrada, recuerda, desde el Concilio Vaticano II, que “en el seguimiento de Cristo y en el amor hacia su persona hay algunos puntos sobre el crecimiento de la santidad en la vida consagrada que merecen ser hoy especialmente evidenciados. Ante todo se pide la fidelidad al carisma fundacional y al consiguiente patrimonio espiritual de cada Instituto” (VC 36). La Iglesia en el momento histórico actual nos invita a renovar nuestra consagración, en el horizonte de una fidelidad que sea a la vez creativa para que podamos responder a los retos de la cultura actual (VC 37).
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29. En este sentido san Pedro Nolasco es el fundador de una real experiencia de fe que en última instancia traduce el significado del gesto redentor-liberador de Jesucristo. Su experiencia carismático-espiritual es inseparable de la intercesión inspiradora de la Madre de la Merced. “Por su intercesión en el principio y vida de la Orden que lleva su nombre, los mercedarios llamamos a María MADRE DE LA MERCED y la veneramos como inspiradora de su obra de redención. Ella es madre de los cautivos a los que protege como hermanos queridos de su Hijo, y es igualmente madre de los redentores al ofrecer libertad a los cautivos, pues anima y promueve así la misión del Señor que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Contemplando a María descubrimos el sentido de nuestra espiritualidad y la urgencia de nuestra acción apostólica” (COM 7).
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30. Desde sus orígenes, la Iglesia asumió el camino del seguimiento radical de la propuesta de Jesucristo. En una perspectiva mercedaria dicho seguimiento significa poner en libertad y alegría lo más precioso que tenemos, o sea nuestra vida, al servicio de aquellos que están bajo las nuevas formas de cautividad:“Los mercedarios tenemos como maestro y modelo a Cristo Redentor que con su muerte nos ha liberado de toda esclavitud y estamos dispuestos a seguirlo sacrificando hasta la propia vida en el ejercicio del misterio redentor” (COM 6).
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31. Actualmente estamos viviendo un momento eclesial de profunda esperanza. La concepción de la Iglesia como lugar de comunión y de servicio al Reino de Dios nos desafía a dar respuestas a los nuevos rumbos de la historia y del mundo actual a partir de sus realidades más complejas. Entre ellas, el vacío de Dios que experimenta el hombre y que tiene necesidad de recibir el evangelio de la libertad y de la vida.
33. El mercedario como discípulo de Cristo Redentor, es alguien que hace la experiencia de ser libre para ofrecer su vida en la redención a los cautivos.
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34. La viña de la Merced se inserta en el contexto eclesial e histórico y, según la expresión capitular, quiere continuar siendo un signo apasionado al servicio del rescate de los cautivos. Esto sigue siendo posible porque el gesto histórico de san Pedro Nolasco, de haber entregado su vida a cambio de la libertad de los cautivos de su tiempo, no ha envejecido, sino que sigue siendo revitalizado por el vigor del Espíritu Santo.
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35. Este Capítulo General es una expresión original que traduce la diversidad de las obras carismáticas de nuestra Orden, que surgen en los tiempos actuales a partir de las nuevas formas de cautividad que degradan la libertad del ser humano. Dichas obras están presentes en varios lugares, a través de la misión redentora asumida por las diversas provincias, vicarías y delegaciones.
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36. Este abanico de expresión carismática, además de indicar la variedad de respuestas que estamos dando a las nuevas formas de cautividad, manifiesta también que la identidad del carisma fundacional de san Pedro Nolasco es uno y pluriforme. En su unidad e identidad original viene implicado su dinamismo plural, capaz de inculturarse en las diferentes realidades actuales.
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37. En este aspecto la identidad del carisma y de la espiritualidad de la merced condensa una unidad-plural y a la vez un pluralismo-unificador que posibilita la encarnación de nuestra misión redentora en las nuevas formas de cautividad. El Capítulo General, que hemos celebrado, ha querido ser fiel al conocido texto constitucional, propuesto en la siguiente formulación: “Las nuevas formas de cautividad, que constituyen el campo propio de la misión redentora y del cuarto voto mercedarios, se dan allí donde hay una situación social en que la libertad de los hijos de Dios se encuentra amenazada y en la que concurren las siguientes condiciones: 1ª es opresora y degradante de la persona humana; 2ª nace de principios y sistemas opuestos al Evangelio; 3ª pone en peligro la fe de los cristianos; 4ª ofrece la posibilidad de ayudar, visitar y redimir a las personas que se encuentran dentro de ella”(COM 16).
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38. Para nosotros, mercedarios, la cautividad se configura en cada realidad en donde el ser humano no encuentra las debidas condiciones que favorezcan el ejercicio de su libertad, que le posibilite vivir su condición inalienable de filiación y fraternidad. En este sentido es de una rica expresión el legado carismático-espiritual de la Merced, en el que aparece vinculado el aspecto paternal a nuestro padre san Pedro Nolasco y su dimensión maternal a nuestra Madre de la Merced.
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39. En los umbrales de los 800 años de la celebración del legado carismáticoespiritual que nos dejó san Pedro Nolasco, su testimonio permanece vivo en el corazón de la Iglesia y del mundo actual. A lo largo de estos ocho siglos de una historia de pasión martirial por la vida de los cautivos, el Espíritu Santo ha suscitado nuevas generaciones apasionadas por esta radical propuesta de continuar “alegremente dispuestos a dar la vida” a cambio de libertad para los cautivos de la sociedad actual.
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40. Estas nuevas generaciones de mercedarios se cultivan en nuestras casas de formación, distribuidas en varias partes del mundo, en donde se encuentra presente la viña de la Merced. En esta perspectiva, los capitulares dirigimos una palabra especialmente cariñosa a los formandos de nuestra Orden, animándoles a seguir buscando una mayor identificación con el legado carismático-espiritual de nuestro padre san Pedro Nolasco.
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IV. VOCACIONES Y VIDA RELIGIOSA
41. Hemos reflexionado ampliamente sobre nuestra vida religiosa y sobre las vocaciones a la vida mercedaria, ambos temas relacionados y conectados entre sí. Conocemos bien los problemas vocacionales en todos los lugares, si bien el diagnóstico es distinto según sea la sociedad en cada lugar. Nos preocupa la dificultad de los jóvenes por asumir un compromiso estable, siendo esta dificultad un elemento de la cultura actual.
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42. Nos hemos preguntado: ¿Cómo vivimos nuestra consagración a Dios, nuestra pobreza, nuestra vida de oración, nuestro compromiso redentor? Sabemos que actualmente el religioso está más presionado que en tiempos pasados por las tareas y actividades, lo que puede llevarle a un activismo que ponga en peligro la constante experiencia de Dios en la que debe vivir.
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43. Ante las dificultades vocacionales en toda la Orden, deseamos enviar a todos los religiosos palabras de ánimo y entusiasmo como personas perseverantes y llamadas al seguimiento de Jesús Redentor. En medio de los cuestionamientos de la vida religiosa, la mayoría de los consagrados ofrecen a los jóvenes un inestimable testimonio de fidelidad vocacional; muchos han perseverado largos años de su vida en plena fidelidad y entrega, en intenso testimonio evangélico: ¿qué más podrían ofrecer a los jóvenes?; muchos otros, a pesar de las exigencias de los tiempos actuales, se afanan largos años en apostolados de frontera, misiones redentoras con riesgos notables, incluso para su vida.
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44. A cuantos religiosos trabajan en la promoción vocacional, y en la formación de los candidatos a la vida religiosa mercedaria, les transmitimos la cercanía espiritual y la oración de cada uno de nosotros. Valoramos sus esfuerzos y pedimos a María de la Merced que les ayude a superar los cansancios cuando los resultados no son los esperados y sepan inculcar entusiasmo y apasionamiento por la vida religiosa mercedaria.
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45. Invitamos a hacer esfuerzos interprovinciales; animamos a promover noviciados y estudiantados en zonas geográficamente afines, con la participación de formandos de las diversas provincias y bajo la dirección de formadores preparados. Esta formación en equipo puede ser una respuesta adecuada a la posible carencia de formadores en cada provincia y que estén en condiciones de ser verdaderos instrumentos en el misterio de la vocación.
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V. HACIA LOS 800 AÑOS.“APASIONADOS Y EN CAMINO…”
46. Estamos ya a las puertas del octavo centenario de la fundación de la Orden de la Merced. Se va acortando la distancia temporal. Nuestra acción de gracias tiene que concretarse, creativamente, tanto en celebraciones de actos religiosos, históricos y culturales como en gestos redentores. Entre ellos destacamos la programación de las campañas redentoras que han sido organizadas desde este capítulo general y, que se dan a conocer en el boletín extraordinario de mayo 2010. Es hora de ir repensando iniciativas a nivel de toda la Orden y de la Familia Mercedaria. Animamos, desde la confianza fraterna y la ilusión compartida, a nuestros hermanos y hermanas, a que vayan iniciando las programaciones previstas. Y de un modo especial al Instituto Histórico de la Orden.
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47. Sin precipitaciones, tenemos por delante tiempo suficiente para programar el trabajo, repensar las actividades, tanto de tipo cultual, cultural y carismática. Ésta es, ciertamente, una de las grandes oportunidades que se nos ofrecen para acrecentar nuestro caudal de acciones mercedarias, espirituales, históricas, carismáticas, teológicas y de publicaciones redencionales.-
48. Los propios trabajos en vías de elaboración deben tenerse en cuenta, a partir de esta etapa que se abre este año, como auténticas aportaciones en camino hacia los ocho siglos de fundación. Y aquellos jóvenes que se especializan, actualmente, en alguna universidad podrían ir enfocando tesinas y tesis doctorales hacia dicha celebración.
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49. Se invitará a los mercedarios de la descalcez a participar en este octavo centenario; también, a toda la familia mercedaria. Aportarán, sin duda, lo característico de su vivencia carismática y, en el caso femenino, aquellos aspectos vitales que comparten con el tronco común que viene de san Pedro Nolasco, no ignorado por sus respectivos fundadores y fundadoras.
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50. También se tendrá en cuenta la posibilidad de llevar a cabo, previamente, el segundo encuentro Trinidad-Merced, dado que ya tenemos la experiencia positiva del encuentro tenido anteriormente. El hecho histórico de ser las dos únicas Órdenes redentoras en la Iglesia durante varios siglos justifica esta relación mutua.
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51. Además de Congresos preparatorios en cada provincia, en dicho año 2018 se celebrará un gran Congreso Internacional Mercedario en Barcelona, en el que puede y debe haber participación de aquellos laicos más expertos en redenciones y otros aspectos de la Orden.
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CONSIDERACIÓN FINAL
52. Desde el lenguaje del amor, los mercedarios entendemos nuestra consagración carismática del cuarto voto. Este amor fluye de la misma realidad trinitaria de Dios, en la que el Espíritu Santo es el comunicador de este don. Jesús mismo nos dice: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos y ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Jn 15,17). Nuestro fundador san Pedro Nolasco fue un enamorado de Dios y de los hermanos cautivos privados de libertad y en riesgo de perder la fe.
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53. El ser humano constantemente está amenazado por diferentes situaciones que degradan su dignidad, su vida misma, su fe, su compromiso con la verdad y la justicia. Estas realidades exigen el auxilio de acciones y gestos redentores que deben ofrecer vida digna y libertad. Desde estas situaciones, que encontramos en los diferentes lugares donde está presente nuestra Orden, los mercedarios hacemos una relectura e interiorizamos las palabras de Jesús: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Mc 8,35).
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54. La experiencia de Dios, encarnado y revelado por Jesucristo, nos llena de gozo y con su gracia nos abre a la esperanza de seguir caminando, guiados por su acción solícita y providente que se manifiesta de innumerables maneras. Aún cuando se presenten dificultades difíciles de superar, si dirigimos la mirada hacia el Dios cercano, que nunca nos abandona, entonces seguiremos siendo capaces de poder abrir nuevos espacios de libertad; así lo experimentaron los hijos de Israel al atravesar el mar Rojo para ser liberados de la amenaza esclavizadora de los egipcios.
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55. El mercedario está llamado a ser un especialista y conocedor del lenguaje y persona de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 16). Jesús nos llama a amar desde el lenguaje de la verdad y en la promoción de la vida. San Pedro Nolasco es el intérprete más fiel del evangelio que tenemos los mercedarios. Él ha comprendido que Dios es amor y que se revela en la acción redentora de Jesús y proclamada en la sinagoga de Nazareth: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos” (Lc 4,18). Nolasco sabe, asimismo, que el único camino para llegar al Padre es Jesús, que se hace amor encarnado y entrega su vida por nosotros en la cruz para redimirnos de toda cautividad, como refieren las constituciones amerianas de 1272.
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56. Los gestos y palabras redentoras de Jesús, que se comunican y dirigen a toda persona que experimenta situaciones que degradan su dignidad de hijo de Dios, son para nosotros los mercedarios la fuerza que nos impulsa a renovarnos y a decir con María de la Merced, con san Pedro Nolasco y con la Iglesia:Estamos alegremente dispuestos a dar la vida.
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Roma, 22 de Mayo de 2010
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