El nombre de María en el título de la Orden. Aparece muy pronto en documentos oficiales de la Iglesia. Por ejemplo en la bula del papa Alejandro IV Prout Scriptura testatur expedida en Perugia el 3 de mayo de 1258 concediendo gracias espirituales a los mercedarios, con motivo de la obra benéfica que ejercen en favor de los cautivos, los llama «frailes de la B. María de la Merced», usando ya una denominación conocida. Y la explicación más lógica de esta advocación mariana la encontramos en la fuerte convicción de los religiosos de que la Virgen María intervino de modo directo en la fundación de la Orden. De ahí que los legisladores de las Constituciones de 1272 oficializaron el nombre de María en el título, llamándola: Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos de santa Eulalia».
Las expresiones marianas de culto y devoción que la Orden ha practicado siempre en su honor, comenzando por aquella de tiempo inmemorial de la despedida de los redentores que, al partir a tierra de moros, hacían delante del altar mayor de la iglesia y, al regreso, la procesión de redentores y redimidos, con sus pendones, hasta la iglesia de la Merced, para agradecer a la celestial Patrona, por el favor de su amparo en las peripecias del viaje redentor.
Una fuerte prueba del marianismo mercedario, es que todas las donaciones para la redención eran hechas en nombre de María. Son numerosos los documentos existentes de donaciones hechas por benefactores a la Orden para las redenciones, en los que se especifica la motivación mariana. Si los fieles daban estas limosnas para honrar a María, significa que los religiosos las solicitaban en su nombre, cosa que no habrían podido hacer si no hubieran estado convencidos de una particular intervención de María en la fundación de la Orden.