¡Por la Merced que es nuestra gloria, al servicio de los cautivos!
Prot. 11 MG/ 2022
Objeto: Fiesta de Cristo Redentor
A TODA LA ORDEN Y FAMILIA MERCEDARIA
Mis amados hermanos:
“Los mercedarios tenemos como maestro y modelo a Cristo Redentor que con su muerte nos ha liberado de toda esclavitud y estamos dispuestos a seguirlo sacrificando hasta la propia vida en el ejercicio del ministerio redentor” (COM 6). En actitud contemplativa dirijimos nuestra mirada a Cristo Redentor, agradeciendo el don de la libertad de los hijos de Dios. Suplicando que nos libre siempre de las ataduras de tantas esclavitudes que permanentemente amenazan nuestra vida consagrada. Que nos siga concediendo la gracia de seguirlo efectivamente, fielmente, “sacrificando hasta la propia vida en el ejercicio del ministerio redentor”.
Con el sacrificio redentor de Jesucristo, el ser humano ha sido rescatado de la ruina eterna. Se ha manifestado el amor misericordioso de Dios, que como Padre, envía a su Hijo amado para que encarnado en nuestra naturaleza se comience una nueva humanidad. Es lamentable que a pesar del infinito amor de Dios por la humanidad, presente en la historia humana, haya tanta resistencia para que reine la justicia y la paz. Pero Dios no se cansa de manifestar su amor y ternura, por lo que a través de la historia, mediante las manifestaciones del Espíritu Santo, va suscitando a hombres y mujeres para que se reconstruya lo que por tantas situaciones de perversión humana se va quebrantando. En ese sentido, la Virgen María, la esposa del Espíritu Santo, la llena de la gracia divina, inspiró a nuestro santo padre Pedro Nolasco para que fundara una Orden en favor del rescate de los cristianos que estaban en riesgo de perder la fe, de tal manera que los cautivos se convirtieron en el lugar teológico donde él pudo encontrarse sensiblemente con el Cristo sufriente, con los esclavos de su tiempo. En el ejercicio del ministerio redentor nos vamos dando cuenta de la vigencia carismática de nuestra Orden; en la medida en que se siga realizando con generosa entrega, podemos seguir siendo instrumentos del amor misericordioso de Dios, y muchos podrán sentirse atraídos para venir a integrarse al olivo de Nolasco para seguir realizando esta gran obra de misericordia.
Para seguir contribuyendo en la obra de redención, y no claudicar en los momentos de la fatiga, es fundamental acudir fervorosamente a la fuente suprema de la gracia. La vida litúrgica debe ocupar un lugar privilegiado para todos nosotros los consagrados, sobre todo la liturgia eucarística. Hay que tener en cuenta que justamente es en ella, en la que se actualiza el sacrificio redentor de Jesucristo. De cuerdo a nuestras Constituciones “Participmos diariamente de la Eucristía, fuente y cima de la vida cristiana, ofreciendo la víctima divina y ofreciéndonos con ella y nos acercamos a comer la Cena del Señor, signo eficaz de la unidad del pueblo de Dios vínculo de nuestra comunión fraterna” ( COM 47)“Nuestros scerdotes procuren celebrar cada día y devotamente; y los demás religiosos participen plenamente en él con la recepción del cuerpo santísimo de Cristo”(COM 48)). Seguramente que en la experiencia espiritual de cada quien, cuánto gozo, cuanta alegría emerge en el alma al sentirse fortalecidos, llenos de la gracia divina que renueva una y otra vez las ganas de vivir y hacer vivir a cuantos se lamentan por estar padeciendo síntomas diversos de muerte. La oferta más grande que podemos compartir en los trabajos pastorales, ya dígase la parroquia, la escuela, la casa de acogida, la cárcel, en las misiones, es precisamente la fe, como el tesoro preciado por quien san Pedro Nolasco empeñó su vida y los bienes.
Es tremendamente alagador escuchar a un hermano, a una hermana expresar su agradecimiento porque encontró en el acercamiento a la Iglesia, en la vivencia de la fe, en la vivencia de los sacramentos un nuevo respiro ante las dificultades padecidas. Para quienes, la relación con Dios mediante la oración, mediante los sacramentos, llenó aquel vacío que les quitaba el sentido de la la vida.
Por tanto, no bastan los buenos planes, las buenas programaciones, los buenos proyectos, es fundamental contar con la fuerza divina que nos da la orción, que nos dan los sacramentos. Hay que darle tiempo a la oración, no es restarle atención a los cautivos, es ganar fortaleza para tener mayor disposción para estar con ellos. A veces pensamos que hay tanto por hacer que no hay tiempo para la oración, lo cual es un error porque, en la medida en que sólo se cuente las fuerzas humanas nada trascendente queda por hacer.
Les animo pues, a buscar siempre tiempo para la oración, y desde la gracia de Dios realizar todas las actividades ministeriales. Es la posibilidad de estar en comunión con Dios y en comunión con los hermanos, sobre todo en la Eucaristía.
El evangelista san Juan nos narra que "junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena" (Jn 19, 25). Ahí está ella, junto a la cruz de Jesús, acompañando fielmente a su Hijo amado uniéndose al sacrificio de la redención. Al hablar de Crito Redentor, sería injusto pasar por alto la presencia elocuente de la Virgen María, quien vive en carne propia el drama mismo de la redención. Por eso con actitud agradecida, podemos decirle, como continuamente recitamos al término de cada día en el rezo de completas: Madre del Redentor, Virgen fecunda puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo creador y permaneces siempre Virgen, recibe el saludo del Angel Gabriel y ten piedad de nosotros pecadores. Amén.
Curia General, Roma, a 9 de julio de 2022 y 803 años de la fundación de la Orden.
Fr. Osvaldo Vivar Martínez, O. de M.
MAESTRO GENERAL