POR UN PROGRAMA DE LA MERCED CON LOS NIÑOS LIMPIABOTAS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
Mi encuentro entrañable con el papa Francisco: "Cuidad a estos niños, no los abandonéis
Sin duda al Papa le impresionó el tema de los niños limpiabotas de la República Dominicana y quiso ofrecernos su sentimiento en este mensaje: "Cuidad a estos niños, no los abandonéis"
Una vez junto a nosotros, el Papa dijo a Tomás: "Tu eres Tomás". -Sí -le dijo Tomás- el incrédulo. A lo que el Papa respondió: No, no. Entonces el P. Tomás le entregó un informe impreso de la "Fundación la Merced-Niños limpiabotas" y escuchó atentamente, como si no tuviera prisa, todo lo que el P. Tomás le decía.
24.08.2024 Alejandro Fernández Barrajón
El día 19 de agosto había amanecido soleado como acostumbra en este tiempo veraniego. En la noche anterior habíamos celebrado una Cena Solidaria en la plaza de nuestro pueblo, Fuente el Fresno, que fue todo un éxito. ¡Casi noventa comensales! Una cena amenizada por una cantante de copla, Virginia Sánchez, que hizo las delicias de todos y un documental, muy bien elaborado y documentado, al acabar la cena dirigido por Alberto Pla, que estaba también en la cena con su esposa y sus dos hijos.
Mi pueblo a la hora de apoyar la labor misionera del P. Tomás se vuelca de manera incondicional, desde su Ayuntamiento pasando por todas las empresas y particulares del lugar. La cena corrió a cargo de un afamado chef fuentero, Andrés Rodríguez Sánchez, primer premio nacional de cocina cinegética. Los calabacines para el primer plato nos los donó otra paisana, Teo, la cirililla; el pan, la panadería Casero; el agua, Juan Carlos, el chuletero; el postre, la empresa Grupo Masías, y otros locales aportaron sus ayudas para que saliera todo a pedir de boca y así salió.
Apenas habíamos dormido por dejar todo recogido y listo antes de nuestro viaje a Roma. A las 5 de la mañana, nuestro amigo Justo nos acercaba al aeropuerto para coger el vuelo a Roma. Nuestra sorpresa fue que al llegar nos anunciaron un retraso de ¡catorce horas! en nuestro vuelo de la compañía húngara Wizair. Había que armarse de valor. Al fín, después de la larga espera, pudimos embarcar y volar a Roma a donde llegamos a altas horas de la madrugada, con la suerte de que dos de nuestros hermanos, el P. Dámaso y el P.Víctor, mercedarios, habían renunciado a la comodidad de su descanso para esperarnos y llevarnos en coche a nuestra Casa General de Roma, donde fuimos acogidos con verdadera fraternidad por todos los hermanos.
Al día siguiente llegaba al aeropuerto nuestro director del documental "El libro de los abrazos", Alberto Pla, que le queríamos entregar al Papa en propia mano. Con la ayuda del P. General nos fuimos buscarlo. ¡Ya estábamos todos! Teníamos que recoger también las invitaciones especiales para participar en la audiencia General con el Papa Francisco en la sala Palo VI el día 21, fiesta de san Pío X. Todo fue muy sencillo gracias a las gestiones de nuestros hermanos de la Curia General de la Merced de Roma.
El P.General, fray Osvaldo, fue nuestro "taxista" en todo momento por la ciudad de Roma, no solo para hacer las gestiones necesarias sino también para que disfrutáramos de algunos lugares emblemáticos de la ciudad. ¡Todo un detalle de fraternidad!
Y se acercaba la hora del momento cumbre. Con nuestros hermanos de la Curia General, el P. Osvaldo y el P. Dámaso, nos dirigirnos a la plaza de san Pedro para hacernos presentes en el Aula de Pablo VI o Nervi, como otros la llaman, por el arquitecto que la construyó. Con nuestros pases especiales no hubo ningún problema para atravesar todos los controles antes de acceder a la sala. Una vez allí, los encargados vaticanos nos situaron en unas sillas determinadas por donde iba a pasar el Papa en su momento establecido.
La sala era inmensa y había miles de personas dentro de ella, esperando la llegada del Papa, ya estaba colocado su sillón blanco en el estrado. Me llamaron la atención varias decenas de parejas de recién casados que esperaban la bendición del Papa por su reciente matrimonio. Una banda de música popular amenizaba la espera, entre gritos de viva el Papa. Todo estaba perfectamente organizado a pesar de la inmensa multitud que allí se acumulaba.
Los monitores oficiales, elegantemente vestidos, en varias lenguas, iban anunciando la llegada del Papa y algunas normas que había que tener presentes. Por fin el Papa hizo su aparición por una puerta lateral, caminando y el Aula Pablo VI, que no tiene ninguna columna, parecía venirse abajo del estruendo. Celebrábamos la memoria de Pío X y la oración de entrada, el evangelio en varias lenguas, tenía como telón de fondo esta figura pontificia. Toda la oración terminó con una breve reflexión del Papa que me pareció muy profunda y actual a la vez.
Lástima que su fortaleza física no esté a la altura de su fortaleza espiritual. Me pareció un hombre muy inteligente en un cuerpo muy débil por su edad. Yo, que en algunos momentos he llegado a pensar que era mejor que presentara su renuncia por su incapacidad física, recordando momentos trágicos que pude ver de cerca del papa Juan Pablo II, me he convencido, viéndole de cerca, de que debe seguir adelante con su misión porque sería una pérdida no contar con su inteligencia y su capacidad mental. ¡Ojalá le acompañe su salud y tengamos Papa para rato!
Escenas muy entrañables
Terminadas las oraciones establecidas con una gran participación de los asistentes, el Papa fue ayudado a subir en su silla de ruedas y comenzó su itinerario por toda la sala para saludar a los asistentes. Pude ver escenas muy entrañables del Papa abrazando a los niños -algunos le regalaban sus dibujos- acariciando a los mayores, bendiciendo a todos con una sonrisa permanente y auténtica.
Entre tanta gente como esperaba su bendición, yo pensé que pasaría delante de nosotros con mucha premura y apenas podríamos explicarle el motivo que nos llevaba hasta él. Pero no fue así. Una vez junto a nosotros, el Papa dijo a Tomás: "Tu eres Tomás". -Sí -le dijo Tomás- el incrédulo. A lo que el Papa respondió: No, no. Entonces el P. Tomás le entregó un informe impreso de la "Fundación la Merced-Niños limpiabotas" y escuchó atentamente, como si no tuviera prisa, todo lo que el P. Tomás le decía.
Sin perder su sonrisa y siempre mirándole a los ojos, el Papa le dijo: -"No dejéis a los niños. Cuidad a esos niños". De inmediato, Alberto Pla le entregó una carpeta con la portada del documental y dentro el pendrive con la película. El P. Tomás le explicó de qué se trataba mientras Alberto Pla le sonreía, con cara de novicio. El Papa lo cogió, asintiendo y se lo entregó a uno de sus ayudantes.
Ahora llegaba mi turno. Quise decirle algo pero mis palabras torpes se mezclaban con la emoción y solo le dije torpemente: Santo Padre he tenido un tumor cerebral y le pido su bendición. De inmediato, el Papa, sin dejar de mirarme a los ojos y sonreírme, puso sus manos sobre mi cabeza y me dio su bendición. Los fotógrafos oficiales de la Santa Sede se encargaron de recoger este momento que será inolvidable para mí. Estábamos sorprendidos -decíamos después- del tiempo que nos dedicó el Santo Padre, entre tanta gente, miles de personas, como esperaban su bendición. Sin duda al Papa le impresionó el tema de los niños limpiabotas de la República Dominicana y quiso ofrecernos su sentimiento en este mensaje: "Cuidad a estos niños, no los abandonéis",